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Si Karl Marx levantara la cabeza, se acariciaría la barba, reflexionaría unos segundos, con aire trascendente pronunciaría unas palabras para que quedaran en la historia y volvería a la tumba: "Si estos cantamañanas creen que me iré con ellos, están equivocados."
Dejó escrito que el capitalismo se autodestruiría en sus propias contradicciones y que de su ruina surgiría la prosperidad del futuro. Ahora era el gran momento. La fórmula para que triunfara era conocida: crisis más izquierdas igual a la extinción del capitalismo. Pero la voz profética de Marx ha sido desoída y las consecuencias ya se verán. Resulta que en Chile se esta trazando un plan cuya maligna intención no es otra cosa que recuperar la salud del capitalismo. Es el mundo al revés: predican la autorregeneración en vez de sembrar la doctrina de la autodestrucción. Los llamados a ser aliados de los objetivos marxistas, se han convertido en sus adversarios.
Forman una Cumbre de Líderes Progresistas, palabra esta última que siempre ha enmascarado a los camaradas marxistas. Los obispos los temían. Aquí había un mosén Dalmau, el Progre, que era el terror de todas las jerarquías. Los reunidos en Chile son de otro talante, pues están el premier británico, Gordon Brown, el presidente de España, Rodríguez Zapatero, y otros por el estilo, que lo único que quieren es que el capitalismo recupere su histórico vigor. Ahora son siete, pero van a ampliarse a 250. El momento parece bueno y ven al alcance su propósito de conseguir que una entidad de progres deje un capitalismo blindado, a prueba de todas las calamidades. Si se alcanzan los objetivos, la autodestrucción del capital dejará de cumplirse para siempre. Con Marx burlado, lamentará estar muerto, porque no podrá suicidarse.
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Dejó escrito que el capitalismo se autodestruiría en sus propias contradicciones y que de su ruina surgiría la prosperidad del futuro. Ahora era el gran momento. La fórmula para que triunfara era conocida: crisis más izquierdas igual a la extinción del capitalismo. Pero la voz profética de Marx ha sido desoída y las consecuencias ya se verán. Resulta que en Chile se esta trazando un plan cuya maligna intención no es otra cosa que recuperar la salud del capitalismo. Es el mundo al revés: predican la autorregeneración en vez de sembrar la doctrina de la autodestrucción. Los llamados a ser aliados de los objetivos marxistas, se han convertido en sus adversarios.
Forman una Cumbre de Líderes Progresistas, palabra esta última que siempre ha enmascarado a los camaradas marxistas. Los obispos los temían. Aquí había un mosén Dalmau, el Progre, que era el terror de todas las jerarquías. Los reunidos en Chile son de otro talante, pues están el premier británico, Gordon Brown, el presidente de España, Rodríguez Zapatero, y otros por el estilo, que lo único que quieren es que el capitalismo recupere su histórico vigor. Ahora son siete, pero van a ampliarse a 250. El momento parece bueno y ven al alcance su propósito de conseguir que una entidad de progres deje un capitalismo blindado, a prueba de todas las calamidades. Si se alcanzan los objetivos, la autodestrucción del capital dejará de cumplirse para siempre. Con Marx burlado, lamentará estar muerto, porque no podrá suicidarse.
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