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Se celebra hoy en Madrid un juicio que mantiene en vilo, en campos opuestos, a la industria audiovisual y a quienes consideran que la descarga de archivos protegidos constituye su derecho inalienable como seres con conexión a internet. La Asociación de Productores de Música de España (Promusicae), junto a las discográficas Warner, Universal, Emi y Sony, piden a Pablo Soto, un informático madrileño de 30 años, creador de programas P2P (herramientas que permiten intercambiar contenidos desde un ordenador personal a otro), nada menos que 13 millones de euros por daños y perjuicios, la mayor cuantía reclamada en un proceso de este tipo. Soto, padre de aplicaciones como Blubster, Piolet y MP2P, no es el titular de ninguna página que albergue enlaces para descargarse contenidos; tampoco se le reclama por piratear. Lo único que ha hecho es diseñar una tecnología --entre muchas otras destinadas a lo mismo-- que permite que se realicen esos intercambios. ¿Ha de responsabilizarse de cómo utilicen después esos programas los millones de personas que los tienen instalados en sus discos duros? La pregunta planeará durante el proceso que hoy comienza.
EL LUCRO
"El demandado se lucra con la venta de su aplicación. En al menos nueve de cada 10 casos el programa se utiliza para descargar contenidos protegidos por los derechos de autor --sostuvo ayer el presidente de Promusicae, Antonio Guisasola--. ¿Debemos seguir permitiéndole que siga vendiendo y desplace la responsabilidad a sus clientes?" Según el propio demandado, que oferta una versión de pago de sus aplicaciones y obtiene ingresos por publicidad, sí, se le debe permitir. Hace un año, cuando Promusicae y las discográficas interpusieron la demanda por la vía mercantil, Soto dijo que la acción legal era como actuar, tras una reyerta, contra el fabricante de un cuchillo. Su abogado, David Bravo, hacía ayer un paralelismo similar: su cliente es tan responsable de las violaciones a la propiedad intelectual como lo pueden ser quienes crearon internet, una herramienta que también posibilita esas descargas que, según los demandantes, les han ocasionado unas pérdidas de 13 millones de euros.
EL CÁLCULO
¿No se trata de un cálculo exagerado? Al contrario, contestó Guisasola, de Promusicae. "Es ultraconservador --dijo--. El daño real superará muchas veces la cifra reclamada. Se estima que al menos cada uno de los 25 millones de usuarios de las herramientas han dejado de comprar una canción por el hecho de poder obtenerla gratis a través del programa. Es evidente que que no es un hecho probado con cada uno de esos 25 millones de usuarios, pero sólidos informes económicos avalan este planteamiento". El abogado Bravo replicó que detrás de la apabullante cantidad se esconde un propósito atemorizador. "La industria quiere ganar la batalla mediática y meter miedo a quienes intercambian. Decirles: 'Esto os puede ocurrir también a vosotros'. Pero la demanda no se sostiene".
[Fuente: elperiodico.com]
EL LUCRO
"El demandado se lucra con la venta de su aplicación. En al menos nueve de cada 10 casos el programa se utiliza para descargar contenidos protegidos por los derechos de autor --sostuvo ayer el presidente de Promusicae, Antonio Guisasola--. ¿Debemos seguir permitiéndole que siga vendiendo y desplace la responsabilidad a sus clientes?" Según el propio demandado, que oferta una versión de pago de sus aplicaciones y obtiene ingresos por publicidad, sí, se le debe permitir. Hace un año, cuando Promusicae y las discográficas interpusieron la demanda por la vía mercantil, Soto dijo que la acción legal era como actuar, tras una reyerta, contra el fabricante de un cuchillo. Su abogado, David Bravo, hacía ayer un paralelismo similar: su cliente es tan responsable de las violaciones a la propiedad intelectual como lo pueden ser quienes crearon internet, una herramienta que también posibilita esas descargas que, según los demandantes, les han ocasionado unas pérdidas de 13 millones de euros.
EL CÁLCULO
¿No se trata de un cálculo exagerado? Al contrario, contestó Guisasola, de Promusicae. "Es ultraconservador --dijo--. El daño real superará muchas veces la cifra reclamada. Se estima que al menos cada uno de los 25 millones de usuarios de las herramientas han dejado de comprar una canción por el hecho de poder obtenerla gratis a través del programa. Es evidente que que no es un hecho probado con cada uno de esos 25 millones de usuarios, pero sólidos informes económicos avalan este planteamiento". El abogado Bravo replicó que detrás de la apabullante cantidad se esconde un propósito atemorizador. "La industria quiere ganar la batalla mediática y meter miedo a quienes intercambian. Decirles: 'Esto os puede ocurrir también a vosotros'. Pero la demanda no se sostiene".
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